INTOLERANCIA A LA INCERTIDUMBRE
La incertidumbre está presente en numerosos acontecimientos de nuestro día a día, en la mayoría de nuestras situaciones cotidianas. Todos en mayor o menor medida hemos sentido, sentimos o sentiremos incertidumbre, es inevitable sentir miedo al futuro, el problema no es sentirlo, sino como lo gestionamos.
Todos hacemos valoraciones sobre los acontecimientos y las decisiones que vamos a tomar. El problema siempre son las emociones (la ansiedad, el miedo, la irritabilidad, la tristeza o el enfado, etc.), que acompañan al estado de inseguridad por lo que sucederá. Y por esto hay personas que prefieren quedarse en su zona de confort, antes que realizar cambios.
El manejo inadecuado del miedo a lo que sucederá, a lo que nos deparará el futuro puede condicionar muchas áreas de nuestra vida, especialmente, en la toma de decisiones.
La vida es un cambio constante, y las decisiones son necesarias. Muchas veces nuestras anticipaciones nos llevan a no tomarlas y si las evitamos no avanzaremos y nos estancaremos, sin darnos la oportunidad, ante todo de aprender.
La intolerancia a la incertidumbre es un factor que explica la tendencia a preocuparse excesivamente como un intento de reducirla, considerando todos los posibles resultados que pueden darse en una situación, con el fin de intentar minimizar la ocurrencia de los eventos y emociones negativas. Sin embargo, las preocupaciones excesivas contribuyen a mantener las interpretaciones de amenaza, disminuyen el control percibido sobre las amenazas futuras y aumentan la ansiedad.
Al parecer, la incertidumbre se codifica en el cerebro en su propio sistema neuronal. Y cada vez, que nos encontramos ante algo nuevo, uno de los primeros filtros por los que pasa la información es el de si ese objeto o situación es amenazante o no. Para determinar esto, las redes neuronales acceden a una especie de almacén buscando recuerdos de experiencias pasadas. Si no encuentra ninguna información previa, se clasifica como amenazante.
La intolerancia a la incertidumbre, es un miedo disfuncional en el que la persona percibe la información en situaciones inciertas, ambiguas y/o nuevas, como amenazante y responde con reacciones cognitivas, emocionales y conductuales. Es la tendencia general de una persona considerar inaceptable qué un evento negativo pueda ocurrir, aunque la probabilidad de su ocurrencia sea pequeña. Provoca una orientación negativa hacia los problemas, la sensación de poco control, ver los problemas como amenazas y poca confianza en la persona en su capacidad para resolverlos, incrementa la creencia de que preocuparse es útil y genera estrategias de evitación.
Todos tenemos miedo a tomar decisiones y tenemos que tomar decisiones diariamente. En situaciones importantes de nuestra vida, el miedo a decidir puede ser muy potente. Puede llevarnos a aplazar la decisión, con la incubación del malestar que esto supone.
El miedo a equivocarnos, tiene una función adaptativa muy importante ya que nos lleva a actuar con cautela y protegernos a nosotros y a los demás. Es un miedo vinculado a la responsabilidad que tenemos sobre una elección. Nos hace reflexionar y valorar las posibles opciones antes de tomar una decisión. Estará muy presente en situaciones que implican un cambio que es difícil o imposible de revertir y cuyas consecuencias van a ser importantes. Nos puede mantener en un estado de indecisión sostenido, y a la búsqueda exhaustiva de información externa respecto a qué decisión es mejor tomar.
El miedo a no estar a la altura, hace que la persona dude si podrá lidiar con los efectos o consecuencias de su decisión. Este miedo puede llevarnos a evitar roles de responsabilidad, concentrarnos en tomar decisiones de poca importancia y delegar en los demás aquellas decisiones más relevantes o de mayor peso. Suele estar relacionado con la baja autoestima.
El miedo a no tener el control, lleva a la persona a que tiene que revisar toda la información disponible antes de decidir, requiere de un tiempo indefinido para pensar en la decisión y analiza una y otra vez cuáles son los pros y contras de las posibles opciones.
El miedo a tomar decisiones está relacionado con la Zona de confort, nos referimos a esa zona en la que la persona siente que lo que sucede en ella es previsible y permite a su cerebro funcionar en piloto automático dentro de ella. No significa que la persona esté bien en ella, pero sí que se siente cómoda y la conoce. Muchas veces las personas prefieren quedarse en lo que conocen por miedo a lo desconocido.
Carolina Alvarez Patiño