CREER O NO CREER
Cuando hablamos de las terapias complementarias y de su aporte a nuestra salud, parece que la cuestión es creer o no creer en ellas, pues a menudo nos encontramos con esta reacción: "¡yo no creo en eso!"
Pero, ¿qué quiere decir "yo no creo en eso"? En la sociedad occidental solemos adjudicar la causa de las enfermedades a agentes externos (virus, bacterias, parásitos, etc.) y tendemos a creer que enfermamos porque nos hemos contagiado. Y, efectivamente, nos hemos contagiado, pero la pregunta realmente importante es: ¿por qué nos contagiamos?
Si miras a tu alrededor, te darás cuenta de que, cuando llega una epidemia, no todos enferman de la gripe. Claro -dirás- algunos tienen sus defensas más fuertes, su sistema inmunológico está trabajando correctamente. Ahora bien, ¿de qué depende de que este sistema funcione bien? Está científicamente demostrado que los altos niveles de estrés a que nos vemos sometidos día a día, bajan la actividad del sistema inmune. Cuando en los organismos vivientes se ve perturbado el equilibrio homeostático por deficiencia o exceso de los estímulos a los que el organismo es capaz de ajustarse, se produce el estrés.
Cuando enfermamos, vamos al médico para que nos dé algún medicamento que nos quite el malestar. No nos interesa preguntarnos qué ha pasado dentro de nosotros para enfermar, solo queremos sentirnos bien, dejar de padecer los síntomas desagradables y dejamos toda la responsabilidad de nuestra curación en manos del médico.
En mi opinión, esa postura es totalmente incorrecta; debemos ir en búsqueda de la integración entre la medicina alopática (occidental) y las terapias complementarias, es decir, debemos ir hacia una medicina integral. En efecto, la medicina alopática pone toda su atención a los síntomas, está dirigida a reducirlos y eliminarlos y esto es maravilloso, porque no es cuestión de estar sufriendo, pero deja de lado el origen de ese malestar el "por qué he enfermado". Por ejemplo, si tienes un virus, se preocupa de eliminarlo, así como sus síntomas, pero no se para a preguntar ¿por qué está ese virus en ti y no en otras personas? y en la respuesta a esta pregunta es donde las terapias complementarias aportan su parte.
¿Qué es la enfermedad?
La enfermedad es una señal, un aviso, un conjunto de síntomas, no algo que viene si razón aparente. Si miramos en nuestro interior y nos sentimos, podemos encontrar el origen de nuestro malestar. Si escuchamos nuestro interior con atención, nos daremos cuenta de que es posible que haya rabia que ni siquiera sabemos que está allí o tristeza, dolor, miedo, preocupación, inseguridad, etc. y esto es lo que se nos muestra a través de la enfermedad. Existen muchos libros que nos cuentan la relación entre cada emoción y los síntomas que ocasiona. Y las terapias complementarias se enfocan en esto en ayudarnos a ver donde esta ese origen y a liberarlo, con lo que el síntoma desaparece.
Pero no nos engañemos, esto no es cuestión de milagros, requiere un trabajo personal, el hecho de que seas capaz de asumir que tu eres quien ha creado tu enfermedad, no para sentir culpa por ello, sino para decir "puedo arreglarlo".
La persona es un todo, tenemos una parte física (nuestro cuerpo), mental(nuestros pensamientos), emocional (nuestras emociones), energética (nuestro sistema de meridianos y chacras) y las diferentes técnicas trabajan sobre cada una de estas partes.
El organismo funciona como una máquina perfecta, en la que cada célula, órgano, músculo sabe que tiene que hacer, en perfecto equilibrio. El problema es que, con nuestra forma de vida alteramos ese equilibrio:
- Alteramos nuestro equilibrio físico cuando nos alimentamos con comida basura, dormimos menos de lo necesario, trabajamos todo el día, no hacemos deporte, etc.
- Alteramos nuestro equilibrio mental cuando no paramos de darle vueltas a cada detalle de nuestra vida y a todos los condicionantes negativos que la afectan (trabajo, crisis, soledad, relaciones afectivas, etc.).
- Alteramos nuestro equilibrio emocional, cuando dejamos que emociones y sentimientos negativos nos influyan (por ejemplo, tenemos miedo a que nos despidan, nos da rabia que otro consiga un ascenso que nos gustaría para nosotros, sentimos que nuestra vida está vacía, etc.).
Cuando el equilibrio entre estas partes se rompe, la máquina que es nuestro cuerpo debe hacer esfuerzos para estar en equilibrio y todos los estímulos que vienen del exterior se van acumulando. Eso es lo que hace que tu cuerpo entre en estrés, que no pueda adaptarse a tu vida diaria, hasta que un día dice "resfríate" para obligarte a parar, descansar y dormir.
La labor del terapeuta
La enfermedad nos ayuda a darnos cuenta de que está mal y esta es, precisamente, la labor del terapeuta, ayudarte a equilibrar estas cuatro partes. Para que la armonía comience a restablecerse dentro de tí y, de ese modo, tu cuerpo pueda seguir funcionando como tiene que hacerlo, sin esfuerzo.
Esto no es magia, el terapeuta simplemente ayuda a restablecer el equilibrio, una vez que la persona enferma ha tomado conciencia de dónde está el origen de su enfermedad. Y a partir de aquí empieza el trabajo de esta persona, para ir cambiando los hábitos y conductas, pensamientos, emociones que le llevaron a enfermedad. Si no haces así, por más medicamentos que tomes y más terapias que hagas, harás que desaparezca un síntoma, pero no conseguirás curarte definitivamente.
Por tanto, si hemos visto que una medicina no está reñida con la otra, que las dos trabajan la enfermedad desde ángulos distintos, por qué no aprovechar ambas y trabajar desde todos los lados para que la recuperación y alcance del bienestar sea más rápido. Si lo estás pasando mal, por el motivo que sea, te invito a que le des una oportunidad a las terapias complementarias. Y no es necesario que estés mal para acudir a estas terapias, si estás bien, puedes usarlas como un medio para mantenerte en equilibrio, para mantener la salud.
No es cuestión de creer o no creer, sino de abrir nuestra mente a otras posibilidades. No tires la toalla... ¡lucha! Y no esperes a que la hermosa máquina que es tu cuerpo esté demasiado maltratada para buscar ayuda.